Francisco Javier
Balmis y Berenguer
Nacido en alicante en 1753, hijo de cirujano, heredero de la profesión, e ingresando en el cuerpo de Sanidad Militar como cirujano, donde destaca en numerosos y variados destinos; el siglo XVIII es convulso y cuenta con revueltas y guerras variadas desde el continente americano hasta Gibraltar. Una vez establecido en México (1781), se especializará en curas para enfermedades venéreas mediante el uso de plantas medicinales, cuyos resultados intentará aplicar en España, a su vuelta en 1792; ante las reticencias y oposiciones del Protomedicato de la corte (que es) publicará su y publicará su “Tratado de las virtudes del agave y la begonia” (1794), conocido así pero con el nombre completo de “Demostración de las eficaces virtudes nuevamente descubiertas en las raíces de dos plantas de la Nueva España, especies de ágave y begonia, para la curación del mal venéreo y escrofuloso”.
En el año 1795 se convierte, gracias a su prestigio, en el médico personal de Carlos IV y en el año 1796 comienza a investigar sobre la teoría del médico inglés Jenner, quien ese mismo año había expuesto que las mujeres que trabajaban con vacas, es decir, que ordeñaban, no sufrían el mal de la viruela: de ahí surgirá la “vacuna”, término derivado de este hecho. Tras años de investigación la Junta de Cirujanos de Cámara aprobó su proyecto para emprender una expedición que propagase la vacuna por las colonias americanas, y que fuese financiada por la Corona.
Como director de esta empresa volvió a territorio americano, viajó a Filipinas y a África, y en 1806 fue nombrado Inspector General de la Vacuna. Con la abdicación de Carlos IV y el comienzo en España de la Guerra de Independencia contra Napoleón, marchó a México nuevamente, retornando en 1814, con el final de la guerra, volvió a España y fue designado cirujano de cámara del nuevo rey, Fernando VII, hijo de Carlos IV.