Edward Jenner
Cuando Edward Jenner, en el año 1796, expuso que las mujeres que trabajaban ordeñando vacas, no se infectaban de viruela, se relegó a un segundo plano a otro personaje, previo a este: Lady Mary Wortley Montagu (1718), quien había introducido en Inglaterra la actuación de esta cultura contra la viruela: la variolación o variolización, es decir, la inoculación directa en los niños del virus. Estaba demostrado en aquella época que la viruela sólo podía padecerse una vez en la vida, por lo que tras la inoculación de una cepa débil a una edad temprana para asegurarse así evitar contraerla de forma mortal en un momento aleatorio de la vida. Inicialmente se producía con las rapaduras de las costras generadas a los diez días de enfermar. Es una práctica que ya se realizaba en la China del siglo X y en la India, aunque la documentación parte del siglo XV con los fragmentos de las pústulas secas molidas insufladas por la nariz. En el Imperio Otomano se realizaba directamente con la pus y fue el que Lady Mary llevó a Inglaterra y, por ende, a todo el continente europeo.
Era, por tanto, un método preventivo, uno que el propio Jenner recibió con apenas ocho años, donde se realizaba un corte en un brazo, con la profundidad necesaria para llegar al torrente sanguíneo, y una vez ahí se aplicaba la pus directamente desde la pústula de una persona infectada. Tras esto, se le recluyó, tanto a él como a los demás niños de la zona que habitaba, donde había surgido un brote de viruela, y pasó una cuarentena en un establo. El hecho de que no fuese un procedimiento extendido impedía que se llegase a la inmunidad de rebaño, y entrañaba riesgos graves como enfermar de viruela, pues a fin de cuentas se provocaba la propia enfermedad, e incluso la muerte; asimismo, al realizar el procedimiento de manera interpersonal, podrían transmitirse otras enfermedades.
Esta experiencia marcó al niño y desembocó en que el hombre probase otros métodos alternativos, con riesgos menos graves: introduciendo el fluido de un animal infectado, concretamente, una vaca, en un niño, el cual quedó inmunizado de manera permanente. Este virus era diferente, era el de la viruela bovina, Cowpox Virus, en inglés, con síntomas más leves que la viruela, y común entre agricultores y ganaderos, pero particularmente las lecheras, a las que volvía inmunes a la viruela común.
Jenner vacunando a James, 1796. Fuente: National Geographic
La viruela vacuna hacía al individuo inmune frente a la viruela. La viruela vacuna es similar a la viruela normal, pero mucho menos virulenta, y tras probar la inoculación de esta en un niño de ocho años, James Phipps, ante la reticencia de científicos y médicos de la época, vio como el pequeño reaccionaba con fiebre, pero ninguna infección de gravedad; al inocular posteriormente el virus de la viruela, en el procedimiento de la variolación, en varias ocasiones, el niño no mostró ningún síntoma.
Demostró, por tanto, no solo que la vacuna era efectiva a futuro, sino también la inmunidad que proporcionaba en las personas inoculadas: esa fue su gran contribución, la comprensión de la inmunidad de este proceso y su difusión. Esto, y que no era necesario contar con animales infectados para poder extraer el pus, también era posible la inoculación interpersonal (previamente se raspaba el virus de las vacas), ya que el transporte in vitro (del latín “dentro de un vidrio”) solo permitía almacenar la vacuna durante doce días.
Esto resulta fundamental para entender la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna.